Hay un Carpintero Cerca

Hay un Carpintero Cerca

Cuando el Rev. Dr. Samuel Shoemaker fue el rector de la Iglesia Episcopal del Calvario, en la ciudad de Nueva York, él hizo que repararan un viejo edificio y comenzó una misión hacia los hombres de la ciudad de Bowery. Un famoso caricaturista se interesó en la Misión y dibujó para el Dr. Shoemaker un poster conmovedor. En el poster, un hombre sin hogar estaba de pie contra una pared, mientras la cruz de la misión se mostraba desde la esquina. El título se leía: “Hay un lugar cercano, donde un Carpintero todavía repara a hombres destrozados.”

Creo que es hermoso. Pero también estoy profundamente consciente de que no son sólo las personas sin hogar las que necesitan reparaciones. Son personas como tú y yo. Son personas con corazones rotos y sueños rotos; personas que sufren de desesperación o adicción; personas que han cometido errores y personas que asumen el peso del mundo.

En el Evangelio de Mateo, Jesús dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.”

Qué tú y yo nunca olvidemos que, efectivamente, hay un Carpintero que arregla corazones rotos y vidas rotas.

Oremos: Dios de la Esperanza, todos tenemos lugares rotos en nuestras vidas. Te necesitamos, y nos acercamos a ti ahora pidiéndote que nos repares y nos sanes. En el nombre de Jesús. Amén.

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Todos Nuestros Hijos

Todos Nuestros Hijos

Durante el conflicto en Sarajevo, Jim Wallis escribió sobre un periodista que estaba cubriendo la guerra. Un día, en medio de una batalla, el reportero vio la forma en que un francotirador le disparó a una niña. Por supuesto, arrojó su libreta y el lápiz, corrió hacia el hombre que estaba sosteniendo a la niña, y luego los ayudó a ambos a entrar al vehículo. 

A medida que el reportero se dirigía al hospital, el hombre que sostenía a la niña que sangraba dijo: “Deprisa, mi amigo, mi hija todavía está viva.” Un momento o dos más tarde, “Deprisa, mi amigo, mi hija todavía respira.” Un momento después, “Deprisa, mi amigo, mi hija todavía tiene temperatura en su cuerpo.” Finalmente, él gritó, “Deprisa. Oh, Dios, mi hija se está poniendo fría.” 

Cuando llegaron al hospital, la pequeña niña había fallecido. Cuando los dos hombres estaban lavándose la sangre de sus manos y ropa, el hombre dio la vuelta hacia el reportero y dijo: “Esta es una tarea terrible para mí. Tengo que ir a decirle a su padre que su hija está muerta. Él va a estar devastado.” El periodista quedó aturdido. Miró al angustiado hombre y dijo, “yo pensé que era tu hija.” Luego el hombre miró hacia el periodista y dijo: “No, pero ¿Acaso no son todos nuestros hijos?”

Es tan cierto. Son todos nuestros hijos. También son hijos de Dios, y Dios nos ha confiado su cuidado.

Jesús dijo una vez: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por los más pequeños, lo hicieron por mí.” (Mateo 25:40)

Si alguna vez te has preguntado del por qué las iglesias apoyan los orfanatos o por qué llenan las mochilas de comida para los niños indigentes en sus comunidades; o si alguna vez te has preguntado del por qué sus miembros se ofrecen como voluntarios para orientar a los estudiantes más pobres y vulnerables en sus condados; o del por qué recaudan dinero para misiones médicas a países extranjeros o del por qué construyen casas para Hábitat para la Humanidad, esto es al menos la razón del por qué. Yo digo que es parte de la razón porque hay otro lado de este tipo de dar. Muchas personas también encuentran un profundo significado e incluso sanidad en su propia entrega y servicio a los demás.

Sea cual sea la motivación, que tú y yo podamos seguir buscando maneras de cuidar por el más necesitado.

Oremos: Dios de Gracia, nos has creado de tal manera que, en el fondo, estamos conectados con todos tus hijos alrededor del mundo. Personas de cada nación, hablando cada idioma, y de cada raza son creadas y amadas por ti. Al abrirles nuestros corazones, que podamos también notar que estamos abriendo nuestros corazones a ti. Llénanos de nuevo con tu amor, para que sea nuestro para compartir. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

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Bendición en la Lucha

Bendición en la Lucha

Una vez oí hablar de un joven naturista que encontró un capullo. Una nueva mariposa estaba luchando para salir de ella. Él estaba simplemente cautivado, sorprendido por este milagroso acontecimiento. Pero entonces cometió un grave error. Sacó su navaja y cortó el capullo para que la mariposa no tuviera que luchar para salir. Por supuesto, la mariposa salió volando –  pero era muy débil y no sobrevivió por mucho tiempo. Más tarde el joven supo que era débil porque nunca tuvo que luchar durante su propio nacimiento.

Tantas veces olvidamos que hay bendiciones en nuestras propias luchas; en nuestro esfuerzo por aprender una nueva disciplina o habilidad; en nuestra lucha por criar a nuestros hijos o cuidar de nuestros padres en su vejez; en nuestras propias batallas personales contra el ego egoísta o la adicción, e incluso al llevar nuestras cargas cotidianas. En el momento es muy difícil darse cuenta. Sin embargo, estas luchas, a veces, añaden profundidad a nuestro carácter y pone músculos a nuestra fe. Podemos volvernos fuertes espiritualmente y emocionalmente, y emerger en el otro lado con más profundidad, más sabios, más compasivos y más fieles.

En tus propias luchas de la vida, que recuerdes que Dios está contigo en estas dificultades. Que Dios te dé ojos para ver las bendiciones que están siempre presentes. Y que nunca pierdas la fe.

Oremos: Te amamos, Señor, y confiamos en que nos mantengas cerca. Incluso a través de la noche más oscura y el valle más profundo, tú siempre estás con nosotros. Te pedimos que nos concedas valor para enfrentar el momento. Forma en nosotros una fuerza interior y una fe lo suficientemente fuertes como para vernos a través de cualquier circunstancia. Mantennos siempre atentos a tus bendiciones que nos rodean por todos lados – incluso hoy. Amén.

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De la Esterilidad

De la Esterilidad

En su libro, Conjectues of a Guilty Bystander (Conjeturas de un Espectador Culpable), Thomas Merton reflexiona sobre la “Parábola de la Montaña del Buey escrita por Menicus,” señalando la importancia del “espíritu de la noche” y el “aliento del amanecer” para devolver la vida al bosque que había sido talado…Él escribe:

“Aunque el bosque de la Montaña del Buey ha sido talado hasta los cimientos, si se deja que la montaña descanse y se recupere durante la noche y el amanecer, los árboles regresarán. Pero los hombres lo talan, el ganado pasta en los nuevos brotes: no hay espíritu de la noche, no hay aliento del amanecer, no hay descanso, no hay renovación, y finalmente uno se convence de que nunca hubo bosques en la Montaña del Buey. Así, concluye Menicus, con la naturaleza humana. Sin el espíritu de la noche, el aliento del amanecer, el silencio, la pasividad, el descanso, la naturaleza del hombre no puede ser ella misma. En su esterilidad ya no es natural: nada crece de él, nada nace de él.” 

En conversaciones sobre este tema, algunas personas me han compartido la importancia de ayunar un día a la semana; ayunar, no de la comida, sino de las noticias de la televisión o de cadenas de cable, o incluso de la computadora. Otros han trabajado duro para recuperar cierta sensación del Sábado – un día para abstenerse de trabajar, de enviar correos electrónicos e incluso hacer tareas domésticas. Yo no creo que haya una manera correcta o incorrecta de hacerlo. Sin embargo, creo que vale la pena hacer la pregunta: En nuestra sociedad tecnológicamente acelerada, ¿Cómo es para mí el descanso y la renovación?

En Isaías (30:15) leemos esta promesa:

Porque así dice el Señor Omnipotente, el Santo de Israel:

En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza.

Oremos: Dios de Gracia, a veces nuestras vidas se sienten estériles. Todos estamos muy familiarizados con la ansiedad y el estrés. Muéstranos aquellas cosas de las que necesitamos descansar, y condúcenos a prácticas que den vida. Y luego, por tu Espíritu Santo, sánanos, renuévanos y restáuranos. Amén.

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Sanación para el Alma

Sanación para el Alma

Hay una historia sobre cuatro pastores que se encontraron para una reunión con amistadas. Durante la conversación un pastor dijo: “Nuestra gente viene a nosotros y derrama sus corazones, confiesan sus pecados y necesidades. Deberíamos hacer lo mismo el uno para el otro. Después de todo, la confesión es buena para el alma.” A su debido tiempo, todos estuvieron de acuerdo. Uno de ellos dijo que tenía un problema con perder la paciencia en casa. El segundo confesó que le gustaba beber un poco de más. Y el tercero confesó que le gustaba tanto el golf que fingía estar enfermo para poder jugar los fines de semana. Cuando llegó el turno al cuarto, no se confesó. Los demás lo presionaron diciendo: “Vamos, nosotros confesamos lo nuestro. ¿Cuál es tu vicio secreto?” Finalmente, él respondió, “¡son los chismes y no puedo esperar para sacar todo a luz pública!”

 Es cierto que la confesión es buena para el alma. Pero, a diferencia del cuarto pastor, la confesión debe conducir al arrepentimiento –  al cambio. Es importante pedir disculpas por las malas acciones y enmendar cuando sea posible. Ese es un comienzo. Pero la verdadera sanación viene sólo cuando empezamos a vivir de manera diferente.

El Salmo 103 nos recuerda que: “Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.” En Jesucristo hay perdón. Pero también hay valor y fuerza para vivir de manera diferente. ¡Gracias a Dios!

Nuestra oración de hoy viene del Salmo 51. Oremos: Ten compasión de mí, Oh Dios, conforme a tu gran amor. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Crea en mí un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Amén.

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Decir que Sí y Decir que No

Decir que Sí y Decir que No

Ayer reflexioné sobre la historia de Adán y Eva. La verdad es que siempre habrá tentaciones, no sólo de hacer lo que sabemos que no debemos hacer, sino también de tomar más de lo que necesitamos o de intentar tenerlo todo.

No nos gusta los límites, ¿verdad? En nuestra cultura, a menudo nos dicen ¡puedes tenerlo todo! ¡puedes hacerlo todo! ¡puedes serlo todo!

¿Pero es eso cierto?

Incluso en un nivel muy superficial, sabemos que no lo es. Pienso en mi hija Cori que toca la guitarra. Ahora está en la universidad, pero recuerdo que decidió que quería aprenden a tocar dicho instrumento. Si hoy le pides que toque algo, puede tocar casi cualquier música. Ella fue a All-State tres veces para estudiar guitarra clásica en la escuela secundaria y ahora toca bluegrass (i.e. subgénero de la música country). Y casi parece injusto – ella hace que parezca muy fácil. Ella se divierte mucho con eso. Pero para que ella llegara allí, para aprender, ella tuvo que decir “no” a otras 100 cosas. Fueron necesarias horas y horas y horas de práctica. Pero ella dijo: Estoy diciendo sí a esto intencionalmente.

¿No es así como suele funcionar? ¿Decir sí a una cosa no implica decir no a otras?

Pienso que, si quiero dejar de estar ansioso y tener una sensación más profunda de paz y centrado, entonces no puedo llenar cada momento libre con citas o reuniones. Tengo que sacar tiempo para la oración, la lectura y la meditación. Si quiero un buen matrimonio, entonces no puedo salir con mis amigos al bar todos los fines de semana. Si quiero evitar que un legado de amargura infecte a mis hijos, entonces no puedo compartir todo lo que sé. Si quiero estar equilibrado, centrado y conocer a Dios en un nivel más profundo, entonces habrá cosas a las que tendré que decir no.

De lo que me he dado cuenta es que el “no” no es un fin en sí mismo, pero el “no” abre posibilidades de crecimiento, profundidad y compromiso.

Pensando en retrospectiva en la historia de Adán y Eva – si esta es una historia que no sólo sucedió – sino que sucede, hace surgir las preguntas: ¿Cómo puedo reconocer cuál es la tentación para mí hoy? En este mundo de abundancia, ¿Cuáles son los límites que dan vida? ¿Qué invito a mi vida y qué rechazo? ¿A qué le digo que sí? Y ¿A qué le digo que no?

Esas no siempre son preguntas fáciles de responder. Pero muchos han descubierto que un poco de reflexión y oración son de gran ayuda.

Oremos: Dios de Gracia, ayúdanos a ser el tipo de personas que viven vidas intencionales y reflexivas – para que podamos saber cuál es el siguiente paso correcto que debemos dar. Que podamos reconocer los límites de lo que es bueno, saludable y dador de vida. Que busquemos tu guía y sigamos tu ejemplo. En el nombre de Cristo. Amén.

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Cada Árbol Excepto Uno…

Cada Árbol Excepto Uno…

Hace poco estuve pensando en la historia de Adán y Eva. Una de las primeras preguntas que las personas suelen hacer sobre esta historia es: ¿Sucedió realmente? ¿No choca esto con lo que nos dice la ciencia? Pero esa pregunta no nos llevará muy lejos. ¿Y si pudiéramos hacer una pregunta diferente? ¿Qué pasaría si preguntáramos – además de ser una historia de nuestros orígenes – cuáles son las verdades más profundas que busca decirnos?

Una de las cosas que hace este pasaje bíblico es que nos recuerda que Dios nos ha bendecido sin medida. Los primeros dos capítulos del Génesis describen bendición tras bendición. ¡Hay una sensación abrumadora de la bondad de Dios, la bondad de Dios al crear este hermoso universo repleto de luz y vida, la bondad de Dios al crearnos y bendecirnos con abundante comida, trabajo satisfactorio y compañerismo!

Sin embargo, también nos recuerda que incluso en medio de esta abundancia, existen límites para lo que es vivificante, saludable y bueno.

Dios les dijo: Puedes comer de todos los árboles del jardín excepto de uno.

¿Qué pasa cuando decimos: “Okey Dios, nos has dado tanto, pero lo queremos todo, queremos vivir como si no existieran límites legítimos? ¿Qué sucede cuando se da rienda suelta a nuestros apetitos? ¿Cuándo empezamos a creer que tenemos el derecho otorgado por Dios de utilizar cada recurso y criatura en la tierra para disfrute o ganancia personal? ¿Qué sucede entonces cuando el objetivo de la vida humana es adquirir más, experimentar más, estimular cada sentido al máximo de su capacidad y más allá?

Sabemos lo que pasa, ¿verdad que sí?

Por otro lado, que tú y yo seamos el tipo de personas que cultivamos un profundo sentido de gratitud por las bendiciones que nos rodean, aquí y ahora. Que podamos discernir los límites de lo que es bueno y saludable para nosotros y para quienes nos rodean. Y al hacerlo, que podamos sentir satisfacción y estar en paz.

Oremos: Amado Dios, Tú nos has creado de tal manera que anhelamos algo más. Ayúdanos a tener claro de qué llenará esos anhelos y qué no. Que nuestros corazones descansen en ti; a través de Cristo nuestro redentor. Amén.

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Los Problemas son Oportunidades

Los Problemas son Oportunidades

Amigos de Dial Hope (Digita Esperanza), tengo una confesión que hacer. ¿Estás listo para esto? Soy un positivista y quiero que sigas el ejemplo. Tengo un sesgo de que ningún problema en la tierra es realmente insoluble; los problemas son oportunidades llenas de posibilidades. Hago todo lo que esté a mi alcance para resolver problemas en lugar de crearlos. Y creo firmemente que la esperanza es nuestro mejor amigo. Nos mantiene avanzando por los buenos tiempos y por las inquietas noches de nuestras almas.

Para estar seguro, serás muy tentado a la desesperación de vez en cuando. Algunos de ustedes que están escuchando/leyendo este mensaje están con enfermedades terminales, algunos de ustedes están solos y deprimidos, algunos de ustedes están aprendiendo a vivir con dolores físicos y emocionales. Les aconsejo: eviten el cinismo y cultiven la esperanza. Es una elección que tendrás que hacer todos los días. 

El cínico dice: “Bienaventurados los que no creen en nada, porque no serán defraudados.” La persona esperanzada dice: “A pesar de todos los males, dolores y problemas de la vida, sigue siendo un mundo hermoso.” Tal actitud hará toda la diferencia en tu mundo. Para el positivista, a diferencia de la persona que desea lo mejor, está dispuesto a trabajar hasta el cansancio para que las cosas buenas puedan ser realidad. Vivimos tal y como sea nuestra esperanza. Mis buenos amigos, Kathy y Harry Dodge, me recordaron que Emily Dickinson escribió: “La esperanza es una cosa con plumas que se posa en el alma y canta la melodía sin las palabras y nunca se detiene en absoluto.” 

Oremos: Amado Dios, amaneció otra vez…otro día llama. La marea de luz sube, se desliza por las paredes, a través del techo, en mis ojos, purgando la oscuridad, alisando lentamente las arrugas del sueño. Una partícula de luz ha atravesado nuestro corazón recordándonos que debemos empezar de nuevo, levantarnos y seguir adelante. Nos prometiste bendecirnos para que podamos ser una bendición para los demás. Nos das un entusiasmo contagioso, para que podamos seguir cojeando, con esperanzas en que cada paso sea un testamento de gratitud. Rascamos los oídos de los perros, nos reímos del balé de los gatos, pelícanos y delfines. Ayúdanos hoy a escuchar el llanto y el gorgoteo del recién nacido, de aprender de cientos de maestros, algunos de ellos sin hogar, pobres y sin educación. 

Despiértanos a la belleza de los sinsontes y la Vía Láctea. Porque sólo tú, Oh Señor, eres nuestra esperanza. Porque sólo tú eres nuestra seguridad, nuestra fortaleza. Permítenos – incluso con nuestros temores y ansiedades, nuestras inseguridades e incertidumbres – confiar, confiar totalmente en tu amoroso cuido y plan para nuestras vidas. Gracias por escuchar esta oración. En el nombre de Jesús. Amén. 

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Invitados a la Cena

Invitados a la Cena

Hoy permítanme decir lo agradecidos que estamos con quienes hacen donaciones a la Fundación Dial Hope que permiten que este ministerio llegue a tantas personas. Su generoso apoyo es un verdadero regalo de Dios.

En esa primera Pascua, algunos de los primeros discípulos caminaban por un camino, al anochecer, y un extraño se les acercó y comenzó a caminar junto a ellos. Ellos invitaron al extraño a cenar, y las sagradas escrituras nos dicen que fue al partir el pan que se les abrieron los ojos y reconocieron que este extraño era en realidad Jesús.

Hay algo bastante íntimo en compartir una comida con otros.

El año pasado, mis hijas preguntaron si en ocasiones podían invitar a cenar a personas de su escuela de secundaria que les pareciera interesantes. Con el paso del tiempo, hemos sido anfitriones de algunos personajes realmente interesantes. Las niñas siempre tienen preguntas que invitan a la reflexión y las conversaciones han sido divertidas, desde estrafalarias hasta un poco raras e intelectualmente desafiantes. Parece que cada vez damos menos espacios a quienes son diferentes, especialmente a quienes no comparten nuestra misma visión del mundo. Así que este ejercicio ha sido refrescante.

He oído que, en los días de Jesús, la mesa era vista como una especie de altar. El tiempo compartido alrededor de la mesa con amigos, familiares e incluso extraños era tiempo estando en presencia de Dios. Y la hospitalidad hacia los “demás” era imperativa.

Los primeros Cristianos llevaron esto un paso más allá. Existía una creencia profunda y arraigada de que mostrar hospitalidad al inmigrante, al viajero, al extranjero o al forastero era una forma de encontrar y recibir la Santa presencia de Dios. Ellos creían que Cristo muy bien podía encontrarse contigo en la visita de un extraño, incluso alguien muy diferente a ti.

No sé si Cristo ya nos ha visitado alrededor de la mesa en nuestra casa, pero ciertamente mantengo mis ojos y mi corazón abiertos.

Oremos: Que podamos notar tu presencia alrededor de nuestras mesas, Oh Dios, incluso cuando estamos solos. Cuando nos sentamos con los demás, que te busquemos en ellos. Te agradecemos tu generosidad hacia nosotros. Ayúdanos a ser generosos con los demás, en nuestro escuchar, en la compasión y en el dar. En el nombre de Jesús. Amén.

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Jesús Vivo y Libre

Jesús Vivo y Libre

En esa primera Pascua, algunos de los primeros discípulos caminaban por un camino, al anochecer, y un extraño se les acercó y comenzó a caminar junto a ellos. Ellos invitaron al extraño a cenar, y las sagradas escrituras nos dicen que fue al partir el pan que se les abrieron los ojos y reconocieron que este extraño era Jesús.

Debido a dicho encuentro, los primeros Cristianos mantuvieron una creencia profundamente arraigada de que mostrar hospitalidad al inmigrante, al viajero, al extranjero o al forastero era una forma de encontrar y recibir la Santa presencia de Dios. Creían que Cristo muy bien podía encontrarse contigo en la visita de un extraño.

Una de mis amigas me dice que su práctica espiritual es buscar la imagen de Cristo en todas las personas que conoce: el empleado de la oficina de correos, el repartidor del supermercado, la mujer en la esquina sosteniendo un cartel para el candidato político al que ella se opone firmemente, el vagabundo de la calle…

Si esperas que Jesús te encuentre en cualquier momento personificando un extraño, ¡empezarás a mirar a las personas de una manera completamente diferente!

No es una mala práctica para las “personas de Pascua” como nosotros.

En su libro Sources of Strength (Fuentes de Fortaleza), el expresidente Jimmy Carter escribió sobre la entrevista a Eloy Cruz, un pastor cubano que había ganado un tremendo respeto entre los inmigrantes pobres de Puerto Rico. Él tenía un ministerio próspero. Carter le preguntó: “¿Cuál es el secreto de tu éxito?” El pastor Cruz respondió: “Señor Jimmy, necesitamos tener sólo dos amores para nuestra vida, el amor a Dios y el amor a la persona que se encuentra frente a nosotros en cualquier momento.”

Que tú y yo tratemos de recordar que tal vez, sólo tal vez, Jesús esté ahí en esa persona que está frente a nosotros en cualquier momento.

Oremos: Te alabamos, Oh Dios, porque la tumba está vacía, y Jesus está vivo y libre por el mundo. Danos corazones abiertos para encontrarlo, incluso hoy. Amén.

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