Deja de Perseguir al Conejo
El gran predicador y catedrático Fred Craddock contó una vez acerca de la visita a uno de sus estudiantes, después de graduación. El exestudiante estaba casado y tenía niños pequeños en la casa. Antes de la cena, Fred observó a los niños rodar por el suelo mientras jugaban con el perro de la familia – un enorme perro elegante galgo. El padre le dijo: “Es un galgo de sangre pura. El perro, una vez, corrió profesionalmente en el estado de la Florida. Entonces lo conseguimos. Buen perro con los niños, ese galgo.”
Más tarde en la noche, después de que los padres se excusaron para llevar a los niños a dormir, Fred se sentó en la sala de estar solo con el perro. Mientras miraba al perro, su imaginación lo superó, y jura que el perro se dio la vuelta hacia él y le preguntó: “¿Es esta tu primera visita a Connecticut?
Fred contestó: “No, yo fui a la escuela aquí hace mucho tiempo.” “Bueno, supongo que lo has oído. Vine aquí desde Miami,” dijo el galgo. “Oh, sí, ¿te has jubilado?” Fred preguntó.
“No, ¿Eso fue lo que te dijeron?” respondió el galgo. “No, no, no me jubilé. Te digo, pasé 10 años como un galgo de carreras profesionales. Eso significa 10 años de correr alrededor de esa pista día tras día, siete días a la semana, con otros persiguiendo a ese conejo. Bueno, un día, me acerqué bastante; le di un buen vistazo a ese conejo. ¡Era de mentira! ¡Había pasado toda mi vida persiguiendo a un conejo falso! Oye, no me jubilé; ¡renuncié!”
A veces en la vida, nos encontramos persiguiendo a un conejo, ¿verdad que sí? Creemos que hay algo en nuestro alrededor que va a hacer nuestra vida más feliz, mejor, enriquecedora. A veces es más dinero, un trabajo mejor, una casa más grande, un vehículo más bonito, una nueva ubicación, o cualquier otro número de cosas. Pero la verdad es incluso cuando se alcanza, encontramos que la satisfacción es de corta duración, y ultimadamente no es satisfactorio.
Hay un viejo y sabio dicho: “La felicidad se encuentra en ser agradecido por lo que se tiene.”
El apóstol Pablo escribió: “Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir de escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Oremos: Amado Dios, ayúdanos a dejar de lado cualquier ansiedad que sentimos por la necesidad de un determinado resultado, o algo más nuevo, o algo más. Concédenos una profunda sensación de paz con nosotros mismos y con lo que tenemos aquí mismo, en este momento. Lo pedimos en nombre de Jesús. Amén.
¡Por favor siéntanse libres en compartir este mensaje con familiares y amigos!